Un día como aquel
Sonaba su canción favorita de despertador: creep. Era un nuevo día, como le gritaba afablemente su hermano mayor, que para su desagrado, ya estaba entero vestido. Era un nuevo día, uno de tantos dijo en un principio. Se duchó, se vistió, miró el reloj: 8 de la mañana. Cerca del minutero podría haber jurado que…no, pero era imposible, se dijo. El teléfono sonó, su hermano contestó. Era un número equivocado al parecer. Se sentía mal, se sentía pésimo, pero no era momento para quejas. Tenían todo un nuevo día por delante. “¿Al mismo café de siempre?” y, como todo humano adormilado hubiera hecho, respondió por inercia “sí”, aun con los ojos medios entrecerrados. El café no tenía gusto. Los sándwiches no olían a exquisitez. El asiento no tenía textura. El sándwich que corrió por parte de la casa en aquel fuente de sodas no le importó. Las palabras para el plan del día de su hermano no hacían eco en sus oídos. No lo pensó en el momento, pero ahora que lo piensa, debe haber pensado que pensó que era por que tenía sueño nada más. El café se le cayó a la garzona, y se derramó por todo el suelo. “¡Mierda! mejor vayámonos antes que…no sé cualquier cosa”. Y siguieron su camino. Vago para el chico. Con rumbo para el grande. Y cruzando una calle pasa un auto…y en ese momento despertó por completo, sólo para verlo muerto, tirado en el piso desangrado, sin vida.
Sonaba su canción favorita de despertador: creep. Era un nuevo día, como le gritaba afablemente su hermano mayor, que para su desagrado, ya estaba entero vestido. Era un nuevo día para todos, uno de tantos dijo en un principio. Se espabiló “¿¡Tomy?!” “¿Qué, una araña?” –dijo recordando su la fobia de su hermano menor - “No, no…nada” dije con el ceño fruncido por fuera y por dentro. En la ducha, como siempre (¿siempre?) fue cuando en verdad lo dimensioné. “¿No sientes un deja vú o algo así?...Como si…ya nos hubiera pasado antes…” “Mmm…no, ¿por qué?” Silencio. El teléfono sonó, su hermano contestó. Parecía ser un número equivocado. “¿El café de siempre?” “Sí, el…mismo”. El café no tenía gusto. Los sándwiches no olían a exquisitez. El asiento no tenía textura. El sándwich que corría por parte de la casa en aquella fuente de sodas no le importó. Las palabras para el plan del día de su hermano no hacían eco en sus oídos. Se sentía dormido y lo sabía. Ahora ¿qué es el ahora? La alegórica expresión de emociones en su apogeo. El café se cayó, pero su brazo estaba ahí para sostenerlo, diez centímetros antes de que lamiera el suelo. “Buenos reflejos, hermano” “Sí…de algún modo lo sabía” dijo algo incómodo. Se terminaron su desayuno, y venía el apuro. Ahora o nunca. Exaltación o arrepentimiento. Iban a cruzar la calle, casi se le olvida, y pasó el mismo auto, a la misma velocidad, sólo que esta vez él paró a Tomy, para su suerte. “Gracias, te debo una” con una sonrisa cómplice en su cara. “Hoy quizá deberíamos relajarnos un poco, pagar el hotel, empacar el auto e irnos pa’ otro lao nomá’” “Sí, ya estoy medio chato del hotel ese”. “¿Adonde te gus…?”. Su última frase no alcanzó a llegar al cementerio de palabras del ahora. Ni se le ocurrió mirar hacia arriba, de ver el por qué. Nadie tenía por que soportar ver morir a un hermano dos veces. “¡Alguien llame una ambulancia por la mierda!” Nadie atinaba. No quería ver sus ojos desorbitados de nuevo, tampoco el hoyo en la cabeza, ese sangriento, duro hoyo que debió haber quedado, pero tenía que…
Sonaba su canción favorita de despertador: creep. Era un nuevo día, como le gritaba afablemente su hermano mayor, que para su desagrado, ya estaba entero vestido. Ya no necesitaba espabilar. Era como si no hubiera dormido en tres días. Se levantó bruscamente, enojado, preocupado, angustiado. “¿El café…?” “Sí el de siempre…”. “Como digas…” “Tomy escucha…he vivido este día dos veces ya” Y sonó el teléfono. “No contestes, está equivocado”. “Cuando vuelvas de tu mundo de fantasía hablamos ¿ya?” Tomy contestó el teléfono “Aló…no…está equivocado” dijo frunciendo el ceño a su hermano.
“Déjame ver si lo entiendo ¿Este día lo has vivido varias veces, como si fuera una…espiral? Y finalmente te despiertas en la mañana de este día cuando…”. “Sí cuando voy de vuelta al hotel, justo después de este café y ahora viene un sándwich por cuenta de la casa”. Quizá se le había olvidado un detalle. “El sándwich corre por cuenta de la casa” dijo la garzona en su primera ida a la mesa. A la segunda, se le cayó el café, y como era habitual, el chico se lo atajó justo en el aire. “Buenos re…”. “No, yo ya sabía que iba a pasar ¿Me crees ya?”. “¿Tengo otra opción?”. “Bien, entonces hazme caso en todo lo que te diga, sin alegar ni nada ¿hecho?”. Silencio. “Hecho”.
Primera parte .

2 comentarios:
me sorprendisteee tengo que decirlo :) jaja
enverda esta muy bueno te felicito, voy a estar esperando la segunda parte porque quede muy metida :)
juanito!
te felicito una vez más :)
me encanta leer tus cuentitos,
son bacanes y además escribes muuy bien =)
quede metidaa con la 2da parte asique ya sabes, cada vez que publiques tus articulos teni que mostrarmelos :)
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